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Mira que me gusta el turismo rural, pero cuando toca mudarse a un pueblo la cosa cambia. El ambiente tranquilo pasa a ser demasiado tranquilo y la belleza de los edificios y las casas antiguas no compensa la escasez de servicios. Es lo que tienen los pueblos, que están muy bien para ir de visita unos días, pero luego…
Sutton Courtenay es un pueblecito precioso al sur de Oxford, de esos para pasear un domingo, comer un Sunday roast y poco más. Eso sí, en el pueblo se pasea de día, porque en cuanto cae la noche no se ve absolutamente nada. Hay tanto espacio entre farola y farola que los vecinos van por ahí con linternas (no es broma).
Es un buen sitio para llevar una vida apacible lejos de la ciudad y de la prensa, de ahí que varios personajes públicos, ricos y famosos hayan vivido aquí durante algún tiempo. Helena Bonham Carter y Tim Burton, por ejemplo, compraron una casa en 2006, que en el pasado perteneció al bisabuelo de la actriz, Herbert Asquith, antiguo Primer Ministro. Desde luego Sutton es el lugar perfecto para desaparecer. El contraste con el ajetreo y el agobio de Londres es brutal.
El pueblo tiene dos calles principales, una abadía, una iglesia con un cementerio y tres pubs: The George & Dragon (el pasable), The Swan (el bueno) y The Fish (el pijo). Apunta los pubs, porque será en los únicos sitios en los que podrás hacer una parada y tomar algo calentito para aguantar el frío.
La abadía es un bonito edificio medieval rodeado de más de cuatro hectáreas de jardines y zonas verdes, donde he podido ver algún que otro ciervo. Es de propiedad privada y en ella viven varias personas que organizan varios encuentros al mes de relajación, así como conciertos de piano y otras actividades.
La iglesia de All Saints no tiene mucha pérdida, ya que está en una de las calles principales, junto al pub The Swan. Aunque data del siglo XII, la mayor parte del edificio que se conserva es del siglo XV. En la puerta de la torre hay cruces grabadas realizadas, según dicen, por soldados rogando regresar sanos y salvos de las cruzadas.
A pesar del encanto que pueda tener la iglesia en sí, el principal motivo por el que la gente va es para ver la tumba de George Orwell, uno de los escritores británicos más famosos y el autor de la novela 1984. La lápida no hace mención alguna al pseudónimo que utilizó en sus obras, sino que en ella solo aparece su verdadero nombre: Eric Arthur Blair.
Las dos calles principales parecen una colección de casas bonitas antiguas, con enormes vigas de madera y algunas de ellas con los pintorescos tejados de paja (thatched cottages). Como no suele pasar nadie por la calle, la mayoría de la gente no corre las cortinas, por lo que una, que no puede evitar ser un poco cotilla, aprovecha para echar un ojo de pasada a sus saloncitos con piano y sus estudios con enormes estanterías repletas de libros.
Puede que no sea el mejor lugar para vivir si eres alguien de ciudad (o si no te gusta depender del coche para ir cualquier sitio), pero no está mal como miniexcursión desde Oxford para un domingo aburrido.
¿Qué te parece?
Población: >2500 habitantes
Distancia: 15 millas (24 km) de Oxford, 58 millas (93 km) del centro de Londres
Cómo llegar: la estación de tren más cercana es Didcot Parkway, a unas 10 millas (16 km). Si viajas desde Londres puedes ir en tren desde London Paddington a Didcot Parkay y coger el autobús X32/X32A a Sutton Courtenay. Desde Oxford (St Aldate’s, Parks Road o Castle Street) puedes ir en el autobús X32 hasta Abingdon y allí cambiar al 32A hasta Sutton Courtenay.
© The Curiolancer. Todos los derechos reservados.
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Traductora jurada y jurídica de inglés (ICR Translations) especializada en derecho de sucesiones de Inglaterra y Gales, España y Escocia. Autónoma. Residente en el Reino Unido desde 2011 (Edimburgo < Oxford < Londres < St Albans). Casada con escocés. En Instagram: @curiolancer.
Ulva no es precisamente el primer sitio que se te viene a la cabeza cuando piensas en islas escocesas. Aquí no hay castillos, ni lagos, ni destilerías. Por no haber, no hay ni una sola carretera, ni iglesias, ni tiendas, ni calles.
No lo estoy pintando bien, ¿verdad?
Claramente Ulva no es un destino turístico conocido, pero ese es precisamente su encanto. Alguien nos dijo «es un sitio tranquilo y apartado con un paisaje precioso y un bar donde se come buen marisco fresco». Y eso fue exactamente lo que encontramos.
Ulva es una isla de las Hébridas interiores y se sitúa al oeste de la isla de Mull (echa un vistazo al mapa al final del artículo para ver la ubicación exacta). Si te encuentras en Mull debes ir en coche hasta el aparcamiento que hay después de pasar Lagganulva.
Ulva está tan cerca de Mull que se distingue el único bar de la isla desde la otra orilla. Se llega en la pequeña barca a motor de Donald Munro, un señor afable de rostro curtido, barba blanca y acento no del todo comprensible. La barca normalmente está en Ulva, por lo que hay que avisar a Donald desde Mull con un sistema visual sencillo, a la vez que curioso.
Para que venga Donald a buscarte tienes que deslizar el panel de madera que tapa el color rojo y volver a taparlo antes de montarte en la barca.
Ulva es una isla privada que pertenece a una única familia de 16 miembros. No está explotado como destino turístico, ni falta que hace (y se agradece). Las dos actividades principales que puedes realizar son pasear y comer. Tómatelo como una excursión de relax para disfrutar de la naturaleza y el aire puro. Si hace bueno, eso sí. Como llueva bastante se fastidia el plan, porque el único sitio donde puedes refugiarte es The Boathouse, el bar-cafetería, y no vas a estar todo el día metido allí. Por suerte a nosotros nos hizo un día espléndido.
Hay varias rutas a pie señalizadas entre la que puedes elegir. Nosotros hicimos la llamada Farm Circuit, una ruta circular de 1,6 millas (2,5 km más o menos). Si quieres hacer la misma debes seguir el camino desde The Boathouse y pasar por delante de Sheila’s Cottage, una pequeña casa de campo de piedra abandonada hace décadas y que hace de museo local. Cuando llegues al cruce sigue las indicaciones para hacer el recorrido en sentido contrario a las agujas del reloj y simplemente sigue el camino hasta volver al punto de partida.
El recorrido tiene pequeñas subidas y bajadas y el paisaje cambia bastante. Pasas de un terreno llano y abierto junto al mar a otro boscoso, sombrío y húmedo con muchos árboles y bastante barro, a pesar de que no había llovido en la zona en los días previos. Aunque es una ruta corta, aconsejo llevar calzado cómodo y resistente al agua. Mis pobres zapatillas de tela acabaron llenas de barro.
Durante el trayecto no nos encontramos con nadie, salvo con un grupo de ovejas pastando tranquilamente sin percatarse mucho de nuestra presencia. Solo vimos a cuatro personas al principio del trayecto que decidieron hacer la ruta en sentido contrario.
Fue un paseo muy agradable en plena naturaleza que acabó de la mejor forma posible (comiendo) en The Boathouse. El tiempo era tan bueno que incluso comimos fuera, algo muy poco habitual en Escocia, incluso en verano.
Este bar-cafetería se ubica en un edificio de piedra frente al lugar al que llega la barca. Tiene una zona al aire libre con mesas y bancos de madera, y ahí fue donde nos sentamos a comer y disfrutar de las vistas al mar y las colinas.
La mayor parte del menú son platos de marisco fresco que pescan ese día en la zona. Mientras comimos vimos llegar a un pescador con una cesta de cangrejos. Además de marisco también hay bocadillos con pan casero que sirven con ensalada y unas tartas buenísimas. Lee más sobre lo que pedimos en The Boathouse en el artículo «Recorrido por Escocia en nueve platos».
Con el estómago lleno ya puedes volver a Mull y seguir tu ruta en coche por Escocia.
The Boathouse abre de lunes a viernes, aunque en julio y agosto también abre los domingos.
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Traductora jurada y jurídica de inglés (ICR Translations) especializada en derecho de sucesiones de Inglaterra y Gales, España y Escocia. Autónoma. Residente en el Reino Unido desde 2011 (Edimburgo < Oxford < Londres < St Albans). Casada con escocés. En Instagram: @curiolancer.
Si nunca has oído hablar de Iona, no te preocupes. Escocia tiene más de 790 islas y conocerlas todas sería casi imposible.
Iona es una isla de las Hébridas interiores y se sitúa al suroeste de la isla de Mull (echa un vistazo al mapa al final del artículo). Tiene poco más de tres kilómetros cuadrados y menos de 180 habitantes.
Se la considera la cuna del cristianismo escocés. Aquí fue donde en el año 563 llegó Colomba, un monje misionero procedente de Irlanda, con el fin de llevar el cristianismo a Escocia. Colomba creó un monasterio e Iona no tardó en convertirse en lugar de peregrinaje. El monasterio sobrevivió hasta el siglo XII y en su emplazamiento se encuentra hoy una abadía de época posterior.
Pasear por Iona es disfrutar de puro silencio, solo interrumpido por el sonido de tus pasos sobre la grava del camino. La calma que se respira en la isla es impresionante. No sé cómo a nadie se le ha ocurrido todavía montar aquí uno de esos refugios de yoga, porque el ambiente es ideal.
La isla es tan pequeña que la puedes ver perfectamente en un día. Nosotros llegamos casi a las once de la mañana, vimos los principales monumentos, comimos, dimos un paseo hasta la playa y volvimos antes de las cinco de la tarde.
Estos son los principales lugares de interés de isla:
Como menciono más arriba, la abadía actual se construyó en el emplazamiento del antiguo convento fundado por San Colomba cuando llegó a Iona. Se trata de un monasterio benedictino compuesto de iglesia, claustro y museo. Se puede realizar el recorrido con audioguía (recomendado).
En el exterior del convento se alza la cruz de San Martin, una de las cruces celtas mejor conservadas del Reino Unido, y también hay un pequeño cementerio (Reilig Odhráin) donde están enterrados 48 reyes medievales, incluido Macbeth.
Delante del monasterio también puedes subir a un pequeño montículo donde, según dicen, San Colombia tenía instalada una humilde caseta donde pasaba el tiempo escribiendo.
La iglesia se ha restaurado en numerosas ocasiones, aunque conserva la mayor parte de su arquitectura medieval y se utiliza actualmente como lugar de culto. Cuenta con una nave principal con arcos ojivales y una bonita pila bautismal realizada parcialmente con mármol de la propia isla. Adyacente a la iglesia se encuentra una minúscula y austera capilla.
El claustro se sitúa en el lado norte de la iglesia y data del siglo XIII. El patio exterior, rodeado de esbeltas columnas alberga una escultura en el centro llamada ‘Descent of the Spirit’ («el descenso del espíritu santo»). En los muros del claustro hay diversas losas talladas; la mayoría procedentes del cementerio de la abadía.
La última parada de la vista al monasterio es el museo, cuyo recorrido sigue de forma cronológica la historia de la isla y pueden verse distintas cruces con siglos de antigüedad, así como piedras esculpidas y una reproducción del famoso Libro de Kells (el original se encuentra en la biblioteca del Trinity College de Dublín), creado en Iona en el siglo IX.
Horario de apertura: (del 1 de abril al 30 de septiembre) de lunes a domingo de 09:30 a 17:30; (del 1 de octubre al 31 de marzo) de lunes a sábado de 10:00 a 16:00;
Ver precios actualizados y comprar entradas.
Después de visitar la abadía recomiendo que sigas el camino dando un tranquilo paseo para ver la playa ubicada en la parte norte de la isla. El camino es bastante llano y no pierdes de vista el mar en ningún momento. Al cabo de unos 15 minutos el camino te encontrarás frente a una valla de madera con una puerta y un cartel que te avisa de no dar de comer a los caballos. Cierra la puerta a tu paso y sigue andando unos doscientos o trescientos metros hasta que veas algún sitio por el que puedas bajar fácilmente por el montículo de hierba y arena hasta la playa.
Tanto a mí como a mis padres nos sorprendió mucho ver una playa virgen tan bonita, de arena fina y clara salpicada de piedras y rodeada de rocas negras cubiertas en parte por verdes algas y verdes prados de hierba fresca donde descansan apaciblemente las ovejas. Lo de ver ovejas tan cerca de la playa es una de las imágenes curiosas que nos dejó nuestra ruta por Escocia.
Este hotel no tiene dirección. Ni falta que hace. Lo verás tan pronto como te bajes del barco. Es el edificio blanco con una cristalera enorme y vistas al mar. El restaurante no es nada especial, pero tiene unas vistas increíbles, así que coge sitio cerca de la ventana. El menú es muy sencillo e incluye sopas, ensaladas, sándwiches y el pescado del día. Yo pedí mejillones con salsa de vino blanco y los recomiendo. Lee más sobre la comida que probamos en nuestra ruta por Escocia en este artículo.
Si decides pasar la noche en la isla abajo tienes varias opciones de alojamiento. Haz clic en los enlaces para leer más información y consultar precios y disponibilidad.
Hotel: Argyll Hotel
B&B: Ardoran House
Camping: Isle of Iona Campsite
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Traductora jurada y jurídica de inglés (ICR Translations) especializada en derecho de sucesiones de Inglaterra y Gales, España y Escocia. Autónoma. Residente en el Reino Unido desde 2011 (Edimburgo < Oxford < Londres < St Albans). Casada con escocés. En Instagram: @curiolancer.
En la isla de Mull ves más ovejas que personas. No sorprende cuando sabes que esta isla, la cuarta más grande Escocia, tiene una población que no llega a los 2800 habitantes.
Espectaculares paisajes escarpados, colinas, playas de agua cristalina y aire puro te esperan en este rinconcito de paraíso en las Hébridas interiores. Venga, ¡arranca que nos vamos a recorrerla!
En Mull no hay aeropuerto, por lo que la única forma de llegar es en barco. Nosotros fuimos a Craignure (Mull) desde Oban a Craignure con la empresa CalMac Ferries y llevamos nuestro coche. El trayecto dura unos 45 minutos. En la página web puedes ver los horarios y precios actualizados y comprar los billetes.
Mull es una isla que se recorre bien en coche en dos o tres días. Es relativamente pequeña, pero las cortas distancias entre los lugares principales engañan. La mayor parte de las carreteras son de vía única, por lo que hay que conducir bastante despacio. Además, verás muchos passing places, trozos de arcén señalizados donde tienes que parar cuando viene un coche en dirección contraria. Esto hace que para llegar de un sitio a otro siempre tardes un poco más de lo que dice el GPS.
Otra dificultad añadida de conducir en la isla de Mull son las ovejas, dueñas y señoras del territorio. Campan a sus anchas por terrenos sin vallar y en muchas ocasiones las verás comiendo junto a la carretera tranquilamente sin inmutarse. Otras veces se pasean por el centro del pueblo (nos pasó en Dervaig) o la carretera, por lo que debes prestar atención cuando vayas al volante.
Para saber más sobre las carreteras, lee esta guía práctica.
El recorrido por Mull lo hicimos en tres trayectos: Craignure-Fionnphort (ida y vuelta), Craignure-castillo de Duart-Tobermory y Tobermory-Craignure. Puedes ver el itinerario completo en la imagen de abajo.
Distancia: 35 millas (≈56 km)
En Craignure esperaba encontrarme un pueblito, pero al llegar lo que vi era poco más que un puerto, cuatro casas y un pub. El pub en cuestión, Craignure Inn, tiene habitaciones y allí fue donde pasamos la primera noche en la isla de Mull (más información sobre alojamiento al final del artículo).
Tras dejar nuestras cosas en la habitación nos pusimos en marcha. Nuestro plan era cruzar la isla hasta Fionnphort y de allí ir en barco a la isla de Iona para comer y pasar la tarde antes de volver a Craignure.
El trayecto hasta Fionnphort nos regaló paisajes preciosos, tanto de interior como de costa. No encontramos apenas coches por el camino, así que utilizamos los passing places para parar de vez en cuando a contemplar las vistas y hacer fotos. Solo vimos caseríos de poco más de un puñado de casas en la segunda parte del trayecto, donde ya las ovejas comenzaron a hacer acto de presencia al borde de la carretera e incluso en el patio de una casa abandonada.
A mitad del camino la carretera comienza a subir ligeramente y enseguida te ves rodeado de montañas de cierta altura y amplias zonas de hierba alta donde tampoco faltan pequeños lagos.
La última parada, Fionnphort, es un pueblecito de pescadores de unos 80 habitantes. Tiene una cafetería y un par de tiendas, además de un simpático grupo de vacas que deambulan cerca del aparcamiento. Bueno, también tiene esta playa…
Distancia: 51 millas (≈82 km)
El segundo día en la isla de Mull salimos de Craignure por la mañana y nos dirigimos al castillo de Duart, ubicado a unos 10-15 minutos en coche y cuyos orígenes se remontan al siglo XIII. El castillo se encuentra en un entorno natural privilegiado y puede avistarse desde el trayecto Oban-Craignure en ferri.
Este es uno de los pocos castillos de propiedad privada que quedan en Escocia y pertenece al clan de los Maclean. Duart formaba parte de la dote que la mujer del jefe del clan de los Maclean aportó al matrimonio. Durante siglos el castillo tuvo una historia turbulenta no falta de enfrentamientos que hizo que los Maclean tuvieran que entregar la propiedad, que acabó en ruinas. Por suerte, un miembro del clan compró el terreno a principios del siglo XX y restauró el castillo.
En el interior puedes visitar las mazmorras donde estuvieron encerrados varios españoles, la cocina y diversas habitaciones y salas ostentosamente decoradas y repletas de imágenes de miembros de la familia.
La planta superior alberga una exposición sobre la historia del clan y objetos personales y da acceso a la azotea, quizá el punto más fuerte del castillo por sus espléndidas vistas. La entrada al castillo también incluye la visita al bosque privado de los Maclean. Es denso, sombrío y húmedo y había mucho barro (a pesar de que no había llovido), así que no te aventures sin zapatos adecuados.
☛Curiosidad: el castillo de Duart ha sido escenario de varias películas como When Eight Bells Toll, protagonizada por Anthony Hopkins, y La trampa, protagonizada por Sean Connery y Catherine Zeta-Jones.
Dirección: Duart Castle, Isle of Mull, Scotland, PA64 6AP
Horario: (abril) de 11:00 a 16:00; (mayo-octubre) todos los días de 10:30 a 17:00.
Más información y precios actualizados (en inglés) en la página oficial del castillo
Nuestro trayecto continuó pasando de nuevo por Craignure y siguiendo la carretera A849 (¡de dos carriles!) hasta Salen, donde cogimos la B8035 (de vía única) para cruzar la isla y continuar por la costa oeste de Mull en dirección norte por la A8073. Nuestro plan era comer y hacer una ruta a pie en la isla de Ulva antes de proseguir hacia Tobermory, la última parada del día. En el tramo de carretera desde Kellan hasta cerca de Lagganulva encontramos bastantes ovejas sueltas.
Después de visitar Ulva volvimos a Mull y seguimos nuestro camino por A8073. La carretera comenzó a subir poco a poco hasta llegar a un pequeño puente de piedra, donde paramos para ver una cascada que baja por la montaña hasta el mar. (Coordenadas: 56.491500, -6.137808). Las estupendas vistas al mar que se tienen durante casi todo el trayecto son la recompensa perfecta por las curvas de la carretera y los continuos cambios de nivel en el terreno.
Tras pasar Kilninian (una casa) la carretera empieza a alejarse de la costa. A mi alrededor solo había verdes prados salpicados de ovejas de cara negra y algún que otro riachuelo. No pasaron más de veinte minutos hasta volver a ver el mar delante de nosotros y en pocos kilómetros volvimos a conducir en paralelo al Atlántico en busca de un sitio muy especial.
Y tras rodear uno de los escarpados salientes de la isla se mostró ante nosotros Calgary Bay, imponente incluso en la distancia, la arena blanquísima y las aguas turquesas.
Resulta raro pensar que aquí haya playas como esta, pero lo cierto es que hay muchas en otras islas y rincones de Escocia. Calgary Bay sorprende por su belleza natural y el fuerte contraste de colores entre el blanco de la arena, el azul del mar, el verde de la vegetación y el azul grisáceo tristón del cielo. Sorprende también porque no hay ni un alma, salvo un par de viajeros que, como nosotros, han hecho parada en la playa y pasean a sus perros. Ni rastro de quioscos, ni chiringuitos, ni bares. Solo belleza natural en estado puro.
Lo que me resultó especialmente curioso es que no solo había varias ovejas acostadas en la playa, sino que también vimos bastantes conejos correteando de un lado para otro y un montón de madrigueras.
Del trayecto de Calgary Bay hasta Tobermory lo que mejor recuerdo es que la vegetación se vuelve más densa. Ya no conduces entre el prado y el mar, sino entre árboles. Por algún motivo el número de ovejas sueltas se dispara en los alrededores de un pueblecito llamado Dervaig. Tras pasar Dervaig la carretera comienza a subir bastante. Entre las subidas, las bajadas, las curvas y el miedo a atropellar a alguna oveja acabé algo mareada aunque, por suerte, ya quedaba poco para por fin bajarnos del coche.
Con una población que no llega a los 1000 habitantes, Tobermory es la capital de la isla de Mull. Además de ser el municipio principal es también el más pintoresco, por las casitas de colores con tejados de pizarra que se alinean en torno al puerto.
Tobermory tiene varios restaurantes, bares, hoteles y tiendas de recuerdos y alberga la única destilería de la isla, que se puede visitar. Ya había cerrado cuando llegamos, pero por suerte ya habíamos visitado la destilería de Edradour unos días antes.
Los pueblos con puerto tienen mucho encanto y buen marisco, y Tobermory no es una excepción. Si, como nosotros, solo pasas una noche allí, no te vayas sin cenar en Café Fish, junto a la oficina de información turística del puerto. Intenta llegar temprano para cenar, porque cuando fuimos nosotros se llenó enseguida. Es un restaurante muy recomendable si te gusta el pescado y el marisco. Yo pedí un plato que llevaba distintos tipos de pescado y marisco buenísimo. Puedes leer más sobre el plato y el restaurante al final del artículo «Recorrido por Escocia en nueve platos».
Nos alojamos en el Western Isles Hotel y puedes leer mis impresiones generales en la sección de alojamiento más abajo.
☛Curiosidad: según una leyenda, en el siglo XVI un barco de la Armada (In)vencible buscó refugio en aguas escocesas escapando de los ingleses y llegó a Tobermory cargado de oro. Hubo ciertas desavenencias con el jefe del clan Maclean, el más importante de Mull, y el barco acabó en llamas y finalmente en el fondo del mar en algún lugar de la bahía de Tobermory.
Distancia: 21 millas (≈34 km)
Nuestro último trayecto por la isla de Mull fue rápido y sin paradas, ya que teníamos que coger el ferri de vuelta a Oban por la mañana. Tomamos la carretera A848 por la costa este hasta Salen y continuamos por la A849 hasta Craignure. Ambas están en buenas condiciones y tienen un carril para cada sentido, una excepción en la isla.
Impresión general: como comenté más arriba, es un pub con varias habitaciones en la planta de arriba. Las habitaciones son muy amplias y tienen baño privado dentro, televisión y secador de pelo. El precio es de 41 £ por persona en habitación doble con desayuno incluido. Hay aparcamiento gratuito a la entrada. Debes llamar para reservar.
El desayuno me pareció bueno. Pedí solo tostadas, aunque mi padre y R pidieron el desayuno completo escocés y era una enorme bomba calórica solo apta para valientes: huevos, tomate, beicon, champiñones, alubias, salchicha, una especie de tortita de patata (potato scone), y black pudding (morcilla). El menú para cenar en el bar es algo limitado e incluye hamburguesas, carne y alguna ensalada. El cranachan, postre típico escocés, es recomendable.
Teléfono de reservas: +44(0)1680 812305
Dirección: PA65 6AY
Impresión general: este hotel, situado en lo alto de un promontorio con vistas a toda la bahía, tiene una ubicación inmejorable. Nuestras habitaciones eran bastante amplias y muy silenciosas. Una de ellas tenía vistas a la calle y la otra tenía preciosas vistas al puerto. Los muebles y la decoración no eran demasiado modernos, pero la cama era cómoda y todo estaba limpio, que para mí es lo principal. El desayuno viene incluido en el precio y es variado y completo.
Dirección: Western Road, Tobermory, PA75 6PR
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Debo confesar que nunca me ha llamado la atención la Costa Azul, aunque enseguida despertó mi interés tras encontrar vuelos baratos a Niza en temporada baja. Es el poder de los vuelos baratos y gracias a ellos sigo visitando destinos que en un principio nunca había pensado.
Si estás planeando visitar Niza (o no, pero encuentras vuelos baratos) sigue leyendo. En esta guía encontrarás información sobre qué ver en 2-3 días, dónde alojarte, recomendaciones para comer e información práctica.
Bon voyage!
Niza es un destino de sol y playa. En verano encontrarás la ciudad llena de gente, pero en invierno es un lugar tranquilo y apacible perfecto para una escapada en pareja de fin de semana. Nosotros la visitamos en enero y no encontramos muchos turistas, aunque conviene reservar en restaurantes los viernes y sábados por la noche. Nuestra impresión general fue que es un lugar para pasar un par de días con un plan relajado, pero puede resultar algo aburrido para estancias largas (a menos que uses la ciudad como base para explorar los pueblos del interior, por ejemplo).
Hay dos autobuses que comunican las terminales 1 y 2 del aeropuerto con el centro. El autobús 98 realiza la ruta aeropuerto-Promenade des Arts y pasa cada 16 minutos. El autobús 99 hace la ruta aeropuerto-estación de tren y pasa cada 30 minutos. Los billetes pueden comprarse a la salida de la terminal 2 o en el autobús y cuestan 6 € solo ida.
El centro de Niza es pequeño y puedes recorrerlo a pie sin problemas. A continuación, comparto los lugares que, en mi opinión, no debes perderte en una escapada de dos o tres días. Visítalos en el orden que prefieras y aprovecha el resto del tiempo para caminar sin rumbo por las estrechas callejuelas del centro.
Tiene distintos nombres según la zona (Quai des États-Unis, Promenade des Anglais) y es donde se concentra la mayor actividad de la ciudad y donde se ubica su espectacular casino. Hay bastantes lugares donde puedes hacer una parada y tomar un café al sol mientras ves pasar a la gente, aunque son bastante turísticos, como podrás imaginar. La playa es de piedras y las aguas están increíblemente limpias. Aunque fuimos a Niza en enero, no faltaron los valientes que se atrevieron a darse un chapuzón.
Si caminas por el paseo marítimo en dirección este verás un ensanchamiento a la derecha después de pasar la Torre Bellanda con un reloj de sol en el suelo. Hay una especie de pasillo en el lado derecho, con bancos para sentarse, así que aprovecha para descansar un rato después del paseo contemplando la costa y algún que otro pescador.
Del castillo no queda prácticamente nada, ya que fue destruido en el siglo XVIII por los soldados de Luis XIV, aunque se conserva lo mejor, que son las vistas. Puedes subir desde por las escaleras al final del Quai des Ètats-Unis o, como hicimos nosotros, andando desde el casco histórico y subiendo por Place du Carret y Place Sainte-Claire. Después de la caminata cuesta arriba se agradece la salpicadura ocasional de la cascada. Desde el balcón de la cascada se puede ver toda la ciudad y la costa.
Hay otro balcón un poco más arriba y una pequeña explanada donde puedes sentarte y descansar un rato antes de bajar.
Continúa caminando desde el reloj de sol hacia el este y llegarás al puerto en pocos minutos. En invierno no parecía haber mucho movimiento de barcos, aunque me imagino que con la llegada de ricos y famosos en la época estival el puerto parecerá la Cibeles de los yates. Si el mediodía te pilla por la zona del puerto y quieres comer algo ligero para luego seguir explorando la ciudad pásate por Chez Pipo (más abajo tienes toda la información).
Cours Saleya es una zona peatonal paralela al paseo marítimo muy pintoresca que discurre por la antigua muralla de la ciudad. Si vas cualquier día de la semana (excepto el lunes) por la mañana verás un constante ir y venir de gente local y visitantes charlando animadamente y comprando productos frescos.
Esta plaza es una de las más bonitas de Niza y está rodeada de hermosos pórticos y coloridos edificios con contraventanas de madera. El suelo está decorado con baldosas blancas y negras y en 2007 se instalaron siete estatuas muy curiosas en forma de hombre sentado agarrándose las piernas que se iluminan de distintos colores de noche. Durante nuestra visita había gradas instaladas a ambos lados en uno de los extremos de la plaza, supongo que para el desfile de su famoso Carnaval.
Este parque público se extiende desde el paseo marítimo (Promenade des Anglais) hasta la plaza Masséna. Es un lugar muy agradable con bastante sombra, palmeras y una bonita fuente con estatuas de mujeres. En la parte central hay una enorme y curiosa escultura metálica de 19 metros de largo en forma de arco y llamada Arc Monumental 115,5°. Es obra del escultor Bernar Venet y representa la curva de la bahía des Anges.
Es una de las principales zonas verdes de Niza, un parque de forma alargada que va desde la plaza Masséna hasta muy cerca de la plaza Garibaldi. Me sorprendió lo bien cuidado que está y el gran número de atracciones infantiles que tiene. La visitamos un sábado por la tarde y estaba repleta de familias con niños y gente paseando a sus perros. Una de las cosas que más llaman la atención es su fuente, que arroja agua desde un montón de chorros que salen del suelo.
Está dividida en dos zonas separadas por una calle abierta al tráfico. La plaza se construyó en la segunda mitad del siglo XVIII y está rodeada de edificios de tres pisos con soportales de aspecto homogéneo, pintados de amarillo y con contraventanas verdes.
☛ Consejo: haz una parada en Giuseppe & Pepina, una heladería que está en la esquina de la plaza Garibaldi con Rue Bonaparte. El helado de avellanas (noisettes) está de vicio.
Las plazas son uno de los grandes atractivos del centro de Niza y a esta no le falta encanto. El edificio más destacado es el de los juzgados, de estilo neoclásico y con enormes columnas. En una de las esquinas del lado opuesto se encuentra el Palais Rusca, que también pertenece al departamento de justicia, anexo a la torre del reloj municipal. El Café du Palais, enfrente de los juzgados, es un buen sitio para tomar un café. La Merenda es el restaurante más destacado de mi visita a Niza y se encuentra muy cerca de esta plaza (lee toda la información en la sección sobre dónde comer).
Esta plaza está abierta a Cours Saleya, la calle peatona que alberga el mercado de verduras, frutas y flores. Aquí es donde se encuentra el Centre du Patrimoine y el imponente Palais de la Prefecture, antigua residencia de los duques de Savoya que sirvió de hospital durante la Revolución. Es un espacio muy amplio decorado con curiosas macetas gigantes.
Otro lugar que añadiría a la lista de lugares imprescindibles es el fuerte de Mont-Alban, una construcción defensiva a las afueras de la ciudad. No puedo recomendarlo personalmente, pues estaba cerrado cuando fuimos y nos quedamos con muchas ganas de visitarlo. Solo abre en los meses de verano y la entrada se compra en el Centre du Patrimoine (Place Pierre Gautier)
Una de las especialidades locales es la socca, una especie de crepe elaborada con harina de garbanzo, de textura suave por abajo y muy crujiente por arriba. Antes del viaje había leído muy buenas referencias de Chez Pipo, así que allí acudimos el primer día de nuestro viaje. Hay un par de mesas para sentarte fuera al sol y debo decir que la socca nos gustó mucho.
Dirección: 13 rue du Bavastro
Horario: abierto de martes a domingo a partir de las 11:30 para comer y a partir de las 17:30 para cenar.
Precio aproximado para 2 personas: socca para compartir, ensalada pequeña y bebidas por 14 €
Este restaurante italiano es una buena opción para comer con vistas al paseo marítimo. Decidí ir allí para comer básicamente porque el plato del día eran calamares rellenos (me pierden). Tanto el interior del local como la terraza estaban a rebosar. Consejo: si te apetece la pasta al horno y vais dos, pedid solamente un plato. La ración es enorme y con ella comen dos perfectamente.
Qué pedimos: rigatoni al horno con carne, calamares rellenos acompañados de arroz con azafrán, botella de agua y vaso de vino
Precio: 36 €
Dirección: 85 quai des États-Unis
Horario: de 12:00 a 14:30 y de 19:00 a 23:00
Fuimos a este bar-restaurante dos veces. La primera vez fuimos a tomar algo (Bellini muy recomendable) y otro día decidimos volver y pedir algo de cenar para compartir. El local es muy chulo, con techos altos, grandes vigas de madera y lámparas que cuelgan a poca altura. Hay estanterías de madera repletas de mermeladas, miel y aceites a la venta.
Qué pedimos: una tabla de quesos y embutidos de Córcega, un vaso de vino, un Rossini y agua.
Precio: 31 €
Dirección: Rue Louis Gassin
No todos los días tiene uno la oportunidad (y el presupuesto) para disfrutar de una cena preparada por un chef de prestigio. Dominique Le Stanc dejó su puesto como cocinero jefe en un restaurante de dos estrellas Michelin para ponerse al frente de La Merenda y olvidarse del lujo y el marketing para concentrarse solo en lo esencial, que es ofrecer comida tradicional de calidad. Al entrar te sientes como si estuvieras en el comedor de la Manuela, sentado codo a codo con otros 14 o 15 comensales y viendo cómo trabajan los cocineros. Olvídate de pagar con tarjeta o de llamar para reservar. Aquí solo se paga en efectivo y no hay teléfono. El menú varía según los ingredientes frescos disponibles ese día en los mercados locales.
Lo que pedimos nosotros: (entrantes) pizza individual y pasta fresca con pesto casero; (plato principal) ternera a la provenzal; (postres) mousse de chocolate y tourte des blettes, un postre de Niza elaborado con una verdura similar a la espinaca, piñones, pasas y ralladura de limón; un vaso de vino tinto y una botella de agua mineral.
Precio: 84 €
Dirección: rue Raoul Bosio
Horario: en la página web no se mencionan horarios de apertura, así que lo mejor es pasarse por allí a partir de las 18:00 y reservar. Hay dos turnos para cenar, uno a las 19:00 y otro a las 21:00. Cierra sábados y domingos.
La puntuación de 8,9 que le otorgan los usuarios de booking.com a este hotel le hace justicia. Las instalaciones son nuevas y modernas, con una decoración curiosa y colorida. Nos tocó una habitación amplia con balcón, cama doble muy cómoda y baño con ducha grande. Todo estaba muy limpio y ordenado, no había ruidos y el ambiente en general era tranquilo.
El wifi iba muy bien, lo que siempre se agradece y el desayuno era variado, con pan recién hecho, bollería y zumo de naranja natural. Lo del zumo lo agradezco muchísimo, porque en otros sitios siempre lo ponen de caja. Odio el zumo de naranja de caja.
La sala del desayuno es grande y tiene vistas a un patio interior con árboles y zona para fumadores.
Sus puntos fuertes son la limpieza y la ubicación, ya que está a cinco minutos andando de la estación de tren, con parada al aeropuerto, y a unos 15-20 minutos andando del paseo marítimo.
Dirección: 3-5 Avenue Durante
Precio: dos noches de alojamiento para dos personas y desayuno incluido por 135 €.
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Traductora jurada y jurídica de inglés (ICR Translations) especializada en derecho de sucesiones de Inglaterra y Gales, España y Escocia. Autónoma. Residente en el Reino Unido desde 2011 (Edimburgo < Oxford < Londres < St Albans). Casada con escocés. En Instagram: @curiolancer.